Querido pequeño gran héroe
Desde que naces, todo se ha paralizado para mi. Estoy en la
misma habitación en la que hasta hace poco te movías en mi vientre solo que
ahora estoy sola… no estás tú, no está la Matrona, papá tampoco está… no sé lo
que pasa ni cómo estás… No sé si has necesitado que te reanimen o si quizás lo
has necesitado pero no han podido… El tiempo se hace eterno sin ti y sin
noticias tuyas. Nadie me dice nada… nadie entra por la puerta y yo sólo puedo
pensar en ti, confiar en ti y saber, de alguna incomprensible e ilógica manera
que estás bien sólo porque eres tú. Porque tú puedes. Eres #mipequeheroe.
Me acaricio la tripa vacía, recuerdo que con tu hermana esto
me producía pena, que la tenía en brazos pero a la vez la añoraba dentro. Pero
contigo es una especie de forma de conectar con tu esencia, contigo… Cierro los
ojos y busco en mi las sensaciones de esas patadas tan increíbles que dabas,
cuando desde fuera se te notaban las piernas claramente al moverte… cuando
tenías hipo y yo te mimaba porque te enfadabas porque estabas incómodo…
Al fin viene papá. No es consciente del tiempo tan eterno que
ha pasado para mi, pero llega disculpándose por no venir antes. No sabía si me
habían devuelto a la habitación o dónde estaba porque yo le había casi ordenado
que te persiguiera a ti fueras donde fueras llevado. Yo podría estar sola, pero
tú debías tenernos cerca a uno de los dos y me imaginaba que yo no podría
estar, así que ha ido tras tu cuna térmica por todo el hospital hasta la UCIN donde
te han ingresado.
Me dice que te han intubado, que estás muy guapo y me enseña
fotos… y lloro… eres tan precioso que ni en mis mejores visualizaciones hubiera
podido llegar a imaginarte. Te vi al salir, pero fue tan fugaz, con tu ceño
fruncido y esa mano que se abría y cerraba como queriendo agarrarse a donde
debía… a mi… Y esa imagen lleva tanto rato atormentándome, haciéndome sentir
que si ese era el último momento en el que te veía, si no podían despertarte de
la sedación que seguro te pondrían, sólo te vería enfadado y buscándome
desesperado. Esa imagen me remueve tanto que ver las fotos me recoloca en un
plano más sereno y me reconforta en cierta medida.
Ya todos te han visto… todos han visto a mi hijo antes que
yo… y las horas pasan sin que me “den permiso” para bajar a verte.
No encuentro el sentido a la prohibición de moverme de la
habitación. Sí, he tenido hemorragia… pero no exagerada. Y claro que tenía
anemia, ya que yo la tengo crónica y a ella se añade la fisiológica del
embarazo. Pero no me encuentro mal… bueno, sí… me encuentro muy mal porque aún
no he podido verte. Pienso en ti solo en ese lugar frío y extraño… con esas
personas cuyas voces no conoces… sin el amor de quien debe estar a tu lado. Y
sufro… No quiero estar triste porque eso me haría perder el norte, y hemos de
estar equilibrados porque habrá que tomar decisiones por ti. Por tu vida…
asumir noticias que quizás no nos gusten… habrá que estar muy centrados por y
para ti. Así que aparco toda esa tristeza, esa incomprensión y ese sentimiento
de haberte abandonado y de parecer ser la persona menos importante para todos
porque seré la última en conocerte… Ya lo asumiré y lo procesaré… ya tendré
momento para recolocar todo lo que está pasando.
Pasan las horas en la habitación, con ese camisón de
hospital que parece que a las pequeñas nos dan grande y a las grandes les dan
pequeño… sin apetito, sin pensar en otra cosa que no sea salir por la puerta
sin que me vean y bajar a verte. Pero no llegaría muy lejos… no podría correr…
Así que daré de margen hasta la hora de la cena y sino, ya tenemos localizada
una silla de ruedas en la que bajar a verte, mi amor.
“Si te portas bien y has hecho pis, por la noche te dejamos
bajar en silla de ruedas”, me dice una de las personas que me atiende en la
habitación. Mi parte de luchadora por los derechos de la mujer se enfada, se revuelve…
qué es ese paternalismo? Por qué tratamos así a una mujer adulta que acaba de
parir y pide algo tan sencillo como ver a su bebé cuanto antes? “Qué dice esta
señora? Me voy a pedir el alta voluntaria y vaya que si voy a bajar a verle”,
pienso enfadada… pero de nuevo me llamo a la calma… necesito equilibrio, no
lucha, y así me lo recuerdo. Así que permanezco allí, con mi margen de tiempo
original sin más.
No me dejan levantarme para ir al baño, y pretenden que
orine en la cuña… pero me pregunto cómo hacerlo si no siento nada en la zona
pélvica… Las piernas aún me hormiguean por la epidural, pero en la zona pélvica
es que directamente no tengo sensibilidad. Así que intento moverme lo posible:
pies, piernas, cadera… Vamos a darle movilidad a todo lo que se ha quedado
dormido con la epidural… Es una experiencia nueva para mi, pues cuando llegó tu
hermana la epidural no me durmió las piernas ni muchísimo menos… Y es una
sensación horrible, de falta de control de una parte de mi cuerpo… Aún así,
agradezco no haber tenido que pasar por una cesárea porque de este modo tengo
solo dos desgarros que preveo que se curarán en no demasiado tiempo. En caso
contrario pasaría un postoperatorio en la UCIN, y todo sería diferente.
Todo el mundo que te ha visto me dice lo bonito que eres… y
yo sonrío… entiendo su ilusión, que
me lo cuentan como algo bonito, que están
emocionados… pero a mi me parte el alma
por dentro porque todos te han visto menos yo, tu madre.
Pienso una y otra vez en qué habrás sentido al salir y, en
lugar de encontrar la calidez de mi pecho y mi voz diciéndot
Llega la hora de la cena, la hora de la cena de hospital,
que para nosotros es casi la de la merienda en realidad. Y el cambio de turno
ha traído a otra persona que nos atiende… y me pregunta si he podido verte. “No,
aún no. Le ha visto todo el mundo menos su madre”, le contesto conteniendo las
lágrimas. Y ella sí parece entenderlo y me dice que baje. Que cojamos la
primera silla de ruedas del pasillo y baje ya mismo si quiero… Que si quiero?
Vuelo! Para qué una silla de ruedas? Pero papá no se siente seguro si me mareo
y prefiere llevarme en ella…
Dónde está mi niño? Cómo se llega a él? Si tuviera que ir
sola tras esa primera vez, jamás hubiera llegado. Si hubiera tenido que
responder a cómo era la UCIN tras esa primera visita no hubiera podido decir
siquiera si había más bebés en esa unidad… Sólo veía que te iba a ver… que te
iba a re-conocer… que podría tocarte, aunque no sabía cuánto…
Y allí estabas… Tan hermoso, tan increíblemente perfecto
como sólo un hijo puede ser. Con tu boquita de piñón de la que asomaba el tubo
que te daba oxígeno. Con tus ojitos rasgados y tu poquito pelo… con tus manos
de dedos largos y esbeltos y esos pies enormes… qué grandes tienes los pies, mi
amor!
Te toco con miedo… tienes tu monitor, tu oxígeno, las vías…
tienes tantas cositas puestas! Pronto me daría cuenta de que ese día no tenías
nada, comparado con lo que llegarías a tener… Y yo que creía que verte así
sedadito me había partido el alma… el alma se partiría con lo que estaba por
llegar.
Sólo puedo llorar y decirte que estoy aquí… me oirás? Yo
quiero creer que sí. Te digo que estaré ahí para ti, para el camino que decidas
hacer… que estaremos a tu lado vayas donde vayas en él… Que eres el mejor, que
eres un campeón y un superhéroe. Mi niño,
mi bebé , repito una y otra vez… Es
perfecto, es precioso , no dejo de repetir… Y es que lo eres… eres mi niño,
mi amor… Tan perfecto como tu hermana, tan hermoso como ella… Y al fin te puedo
tocar… te puedo re-conocer… Y no me creo la suerte que tengo de que hayas
llegado a mi vida, a nuestras vidas. Porque no puedes ser más perfecto… no
puedes ser mejor…
Eres tú, y eso lo es todo.
Bea, Mami de Pequeheroe
Que historia! Te leo Bea y como madre entiendo tus emociones, quisiera poder abrazarte, ayudarte, no se, simplemente decirte que a pesar de los miles de kilometros de nos separan hay alguien leyendote, pensando en todos ustedes y deseandoles lo mejor.
ResponderEliminarEn mi area de estudio si conocia sobre la HDC, pero una cosa es leer sobre el tema y otra vivir la experiencia de la familia cuando recibe a un niño con HDC, esto le da un lado humano que muchas veces se ignora y te abre los ojos a ver que detras de un pacientito hay toda una historia de lucha, sufrimiento, anhelos, esperanza.
Muchas gracias por compartir su experiencia, desde Costa Rica les envio un fuerte abrazo.
Rebeca Barrantes.
Rebeca, qué hermoso! Si nuestro compartir, nuestra historia, sirve para acompañar a otras familias y para que algún profesional vea más allá de la clínica... bendito sea cada segundo que le dedicamos!
EliminarAbrazos de luz y de agradecimiento porque tus palabras son esperanza de otra visión, de otra forma de atender y entender... Mi corazón se ilumina.
GRACIAS
Bea
Uf me has hecho revivir cuando nació mi pequeño, ya hace casi un año. Estuvo 3 meses ingresado en neonatos , muy malito, luchando cada día por sobrevivir. Y al final, solo te puedo decir que todo pasa, y todo se supera... Mucho ánimo, que el camino es largo, y enhorabuena por vuestro súper héroe, porque ciertamente lo son
ResponderEliminarMaría, qué duro el día a día cuando la vida de lo que más amas pende de ese hilo que no siempre está tan grueso como te gustaría...
EliminarDeseo que tu peque esté estupendo y os abrazo y agradecemos el apoyo.
Son grandes héroes y heroínas, sin duda!
Abrazos!!
Bea