martes, 11 de octubre de 2016

TE CONOZCO... TE RE-CONOZCO

Querido pequeño gran héroe

Desde que naces, todo se ha paralizado para mi. Estoy en la misma habitación en la que hasta hace poco te movías en mi vientre solo que ahora estoy sola… no estás tú, no está la Matrona, papá tampoco está… no sé lo que pasa ni cómo estás… No sé si has necesitado que te reanimen o si quizás lo has necesitado pero no han podido… El tiempo se hace eterno sin ti y sin noticias tuyas. Nadie me dice nada… nadie entra por la puerta y yo sólo puedo pensar en ti, confiar en ti y saber, de alguna incomprensible e ilógica manera que estás bien sólo porque eres tú. Porque tú puedes. Eres #mipequeheroe.

Me acaricio la tripa vacía, recuerdo que con tu hermana esto me producía pena, que la tenía en brazos pero a la vez la añoraba dentro. Pero contigo es una especie de forma de conectar con tu esencia, contigo… Cierro los ojos y busco en mi las sensaciones de esas patadas tan increíbles que dabas, cuando desde fuera se te notaban las piernas claramente al moverte… cuando tenías hipo y yo te mimaba porque te enfadabas porque estabas incómodo…

Al fin viene papá. No es consciente del tiempo tan eterno que ha pasado para mi, pero llega disculpándose por no venir antes. No sabía si me habían devuelto a la habitación o dónde estaba porque yo le había casi ordenado que te persiguiera a ti fueras donde fueras llevado. Yo podría estar sola, pero tú debías tenernos cerca a uno de los dos y me imaginaba que yo no podría estar, así que ha ido tras tu cuna térmica por todo el hospital hasta la UCIN donde te han ingresado.
Me dice que te han intubado, que estás muy guapo y me enseña fotos… y lloro… eres tan precioso que ni en mis mejores visualizaciones hubiera podido llegar a imaginarte. Te vi al salir, pero fue tan fugaz, con tu ceño fruncido y esa mano que se abría y cerraba como queriendo agarrarse a donde debía… a mi… Y esa imagen lleva tanto rato atormentándome, haciéndome sentir que si ese era el último momento en el que te veía, si no podían despertarte de la sedación que seguro te pondrían, sólo te vería enfadado y buscándome desesperado. Esa imagen me remueve tanto que ver las fotos me recoloca en un plano más sereno y me reconforta en cierta medida.

Ya todos te han visto… todos han visto a mi hijo antes que yo… y las horas pasan sin que me “den permiso” para bajar a verte.
No encuentro el sentido a la prohibición de moverme de la habitación. Sí, he tenido hemorragia… pero no exagerada. Y claro que tenía anemia, ya que yo la tengo crónica y a ella se añade la fisiológica del embarazo. Pero no me encuentro mal… bueno, sí… me encuentro muy mal porque aún no he podido verte. Pienso en ti solo en ese lugar frío y extraño… con esas personas cuyas voces no conoces… sin el amor de quien debe estar a tu lado. Y sufro… No quiero estar triste porque eso me haría perder el norte, y hemos de estar equilibrados porque habrá que tomar decisiones por ti. Por tu vida… asumir noticias que quizás no nos gusten… habrá que estar muy centrados por y para ti. Así que aparco toda esa tristeza, esa incomprensión y ese sentimiento de haberte abandonado y de parecer ser la persona menos importante para todos porque seré la última en conocerte… Ya lo asumiré y lo procesaré… ya tendré momento para recolocar todo lo que está pasando.

Pasan las horas en la habitación, con ese camisón de hospital que parece que a las pequeñas nos dan grande y a las grandes les dan pequeño… sin apetito, sin pensar en otra cosa que no sea salir por la puerta sin que me vean y bajar a verte. Pero no llegaría muy lejos… no podría correr… Así que daré de margen hasta la hora de la cena y sino, ya tenemos localizada una silla de ruedas en la que bajar a verte, mi amor.

“Si te portas bien y has hecho pis, por la noche te dejamos bajar en silla de ruedas”, me dice una de las personas que me atiende en la habitación. Mi parte de luchadora por los derechos de la mujer se enfada, se revuelve… qué es ese paternalismo? Por qué tratamos así a una mujer adulta que acaba de parir y pide algo tan sencillo como ver a su bebé cuanto antes? “Qué dice esta señora? Me voy a pedir el alta voluntaria y vaya que si voy a bajar a verle”, pienso enfadada… pero de nuevo me llamo a la calma… necesito equilibrio, no lucha, y así me lo recuerdo. Así que permanezco allí, con mi margen de tiempo original sin más.

No me dejan levantarme para ir al baño, y pretenden que orine en la cuña… pero me pregunto cómo hacerlo si no siento nada en la zona pélvica… Las piernas aún me hormiguean por la epidural, pero en la zona pélvica es que directamente no tengo sensibilidad. Así que intento moverme lo posible: pies, piernas, cadera… Vamos a darle movilidad a todo lo que se ha quedado dormido con la epidural… Es una experiencia nueva para mi, pues cuando llegó tu hermana la epidural no me durmió las piernas ni muchísimo menos… Y es una sensación horrible, de falta de control de una parte de mi cuerpo… Aún así, agradezco no haber tenido que pasar por una cesárea porque de este modo tengo solo dos desgarros que preveo que se curarán en no demasiado tiempo. En caso contrario pasaría un postoperatorio en la UCIN, y todo sería diferente.

Todo el mundo que te ha visto me dice lo bonito que eres… y yo sonrío… entiendo su ilusión, que
me lo cuentan como algo bonito, que están emocionados… pero a mi me parte el alma por dentro porque todos te han visto menos yo, tu madre.
Pienso una y otra vez en qué habrás sentido al salir y, en lugar de encontrar la calidez de mi pecho y mi voz diciéndot
e cuanto te amo, te hayas encontrado a tu equipo de Neonatólogas haciendo todas las maniobras habidas y por haber para sacarte adelante, pero lejos de mamá… Me atormenta que hayas podido sentir miedo, abandono, enfado, extrañeza… mi niño… cuantas emociones que seguramente ni comprendías! Cuanto por sanar cuando llegue el momento! Ojalá tengamos ocasión de hacerlo.
Llega la hora de la cena, la hora de la cena de hospital, que para nosotros es casi la de la merienda en realidad. Y el cambio de turno ha traído a otra persona que nos atiende… y me pregunta si he podido verte. “No, aún no. Le ha visto todo el mundo menos su madre”, le contesto conteniendo las lágrimas. Y ella sí parece entenderlo y me dice que baje. Que cojamos la primera silla de ruedas del pasillo y baje ya mismo si quiero… Que si quiero? Vuelo! Para qué una silla de ruedas? Pero papá no se siente seguro si me mareo y prefiere llevarme en ella…

Dónde está mi niño? Cómo se llega a él? Si tuviera que ir sola tras esa primera vez, jamás hubiera llegado. Si hubiera tenido que responder a cómo era la UCIN tras esa primera visita no hubiera podido decir siquiera si había más bebés en esa unidad… Sólo veía que te iba a ver… que te iba a re-conocer… que podría tocarte, aunque no sabía cuánto…

Y allí estabas… Tan hermoso, tan increíblemente perfecto como sólo un hijo puede ser. Con tu boquita de piñón de la que asomaba el tubo que te daba oxígeno. Con tus ojitos rasgados y tu poquito pelo… con tus manos de dedos largos y esbeltos y esos pies enormes… qué grandes tienes los pies, mi amor!

Te toco con miedo… tienes tu monitor, tu oxígeno, las vías… tienes tantas cositas puestas! Pronto me daría cuenta de que ese día no tenías nada, comparado con lo que llegarías a tener… Y yo que creía que verte así sedadito me había partido el alma… el alma se partiría con lo que estaba por llegar.
Sólo puedo llorar y decirte que estoy aquí… me oirás? Yo quiero creer que sí. Te digo que estaré ahí para ti, para el camino que decidas hacer… que estaremos a tu lado vayas donde vayas en él… Que eres el mejor, que eres un campeón y un superhéroe. Mi niño, mi bebé , repito una y otra vez… Es perfecto, es precioso , no dejo de repetir… Y es que lo eres… eres mi niño, mi amor… Tan perfecto como tu hermana, tan hermoso como ella… Y al fin te puedo tocar… te puedo re-conocer… Y no me creo la suerte que tengo de que hayas llegado a mi vida, a nuestras vidas. Porque no puedes ser más perfecto… no puedes ser mejor…


Eres tú, y eso lo es todo.


Bea, Mami de Pequeheroe

4 comentarios:

  1. Que historia! Te leo Bea y como madre entiendo tus emociones, quisiera poder abrazarte, ayudarte, no se, simplemente decirte que a pesar de los miles de kilometros de nos separan hay alguien leyendote, pensando en todos ustedes y deseandoles lo mejor.
    En mi area de estudio si conocia sobre la HDC, pero una cosa es leer sobre el tema y otra vivir la experiencia de la familia cuando recibe a un niño con HDC, esto le da un lado humano que muchas veces se ignora y te abre los ojos a ver que detras de un pacientito hay toda una historia de lucha, sufrimiento, anhelos, esperanza.
    Muchas gracias por compartir su experiencia, desde Costa Rica les envio un fuerte abrazo.
    Rebeca Barrantes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Rebeca, qué hermoso! Si nuestro compartir, nuestra historia, sirve para acompañar a otras familias y para que algún profesional vea más allá de la clínica... bendito sea cada segundo que le dedicamos!
      Abrazos de luz y de agradecimiento porque tus palabras son esperanza de otra visión, de otra forma de atender y entender... Mi corazón se ilumina.
      GRACIAS

      Bea

      Eliminar
  2. Uf me has hecho revivir cuando nació mi pequeño, ya hace casi un año. Estuvo 3 meses ingresado en neonatos , muy malito, luchando cada día por sobrevivir. Y al final, solo te puedo decir que todo pasa, y todo se supera... Mucho ánimo, que el camino es largo, y enhorabuena por vuestro súper héroe, porque ciertamente lo son

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. María, qué duro el día a día cuando la vida de lo que más amas pende de ese hilo que no siempre está tan grueso como te gustaría...
      Deseo que tu peque esté estupendo y os abrazo y agradecemos el apoyo.
      Son grandes héroes y heroínas, sin duda!

      Abrazos!!

      Bea

      Eliminar