viernes, 3 de febrero de 2017

PIERDO LAS FUERZAS

Parece absurdo pensar que algo malo pasará solo porque te cambien de lugar en un espacio... ¿por qué va a pasar nada malo sólo porque nos cambian al otro lado del box compartido de UCIN? De verdad, Bea, que tienes cada cosa que a veces parece que no estás con la cabeza en el mundo... 
Esto me decía ayer mismo... y hoy... hoy veo con pavor que ese monitor que ya nos conocemos de memoria está extrañamente oscilante... Extrañamente para cómo sabemos que eres tú y cómo sabemos que te comportas cuando todo está bien...

Hablamos con las enfermeras de hoy, y todas nos dicen lo mismo: tendrá momentos menos estables. Pero yo sé que algo pasa, y tu padre también lo ve... siendo objetivos, observándote como llevamos más de un mes haciéndolo 14 horas diarias... algo te pasa y nadie nos podrá convencer de lo contrario... Que quizás lo resuelvas por tí mismo? Puede ser, pero algo está pasando.

Te miro, te acaricio... y llega el momento de cogerte en brazos. Sólo hace unos días que podemos hacerlo y cada vez que te tenemos es un cúmulo de emociones el que nos supera y nos hace estar alegres, tensos, fuera del mundo, fuera de aquel espacio en el que no hay intimidad... Como si, de repente, creáramos nuestra propia burbuja... solo de los dos, o de los 3...
Pero hoy te cojo con miedo... porque intuyo que algo no va bien. De hecho, tu enfermera me lo nota y me anima a que te coja aún con más motivo, intentando que me sienta más confiada.

No encuentro tu postura... no, no estás bien. Por más que te muevo y trato de colocar tu cabecita para que el paso de aire sea lo más sencillo posible, no hay forma de que mejoren tus saturaciones, y tu corazón empieza a latir cada vez con más intensidad, rozando la taquicardia que tanto nos dice sobre cómo van las cosas...
Tu pecho, ya hundido de por sí por la hendidura que toda la vida llevarás contigo, se hunde aún más al intentar respirar  y llevar oxígeno a todo tu cuerpo, y tus manos y tus piés empiezan a estar fríos y blanquecinos... Al fin, cuando llega papá, lo hablo con él... No te vemos bien, no te vemos tranquilo... Y así lo decimos: Pablo hoy no está bien. Algo está pasando.

Quiero pensar que son paranoias mías, pero finalmente conseguimos que te hagan una placa y una ecografía... Porque cada minuto se hace más evidente que estás luchando, y que vas perdiendo batallas por minutos.

Recuerdo las palabras de los cirujanos: la cirugía tiene sus contraindicaciones, y siempre es peligroso abrir a un bebé tan pequeño y tocar tantas cosas... Cuando el cuerpo se recoloca, a veces pasan cosas inesperadas, y otras esperadas pero que complican todo... Solo espero que sea algo transitorio, confíamos en ello, en que podrás sacarlo adelante, como has sacado otras cosas... No queremos ni pensar por un segundo que todo se venga abajo con lo que has luchado para llegar hasta aquí.

Se ve claramente en las pruebas: algo no va bien. La operación de la hernia ha debido cortar algún conducto del sistema linfático, y el quilo sale por él... Al estar tu pulmón izquierdo tan pequeño y aún recuperando tamaño, ese espacio vacío ha sido tomado por el quilo, y ese líquido linfático, más denso que otros, está empujando el pulmón. Por eso el corazón y los pulmones tienen problemas para oxigenar tu cuerpo, y por eso cada vez necesitas más esfuerzo cardiaco para llegar a respirar...
Era uno de los posibles escenarios pero... por qué otro bache más? No has luchado ya bastante? Me enfado, me resisto, me retuerzo... sí, ya sé que no todo ha de ser un camino de rosas desde ahora, pero esperaba que los problemas que vinieran fueran de fácil solución... y un quilotórax no tiene por qué ser grave si se detecta a tiempo, pero sí largo y complicado muchas veces...

No es justo... lloro, me vengo abajo. Hemos aguantado todo hasta ahora, hemos mantenido la cordura en medio de todo esto que sucede y que nos resulta incomprensible, pero ahora esto, aunque parezca absurdo y común, nos viene grande... Llevamos mucho ganado, pero también a un alto precio... y se siguen sumando los pagos. Y a nosotros el crédito a ratos parece que se nos agota.

Me recompongo y consigo poner de nuevo los pies en la tierra: qué vamos a hacer? cual es el plan? 
Los médicos ven un primer paso claro: quitar la lactancia materna.
Qué? No... Cómo vamos a hacer eso? Me resisto a ello, su preciada bodega de leche recogida desde el primer día... ¿la tenemos que suspender? No me quiero anclar a nada, ni siquiera a esa lactancia tan preciada para mi. Ya volveremos, ya procesaré lo que deba y asumiré lo que deba. Ya lo pensaré porque ahora la prioridad es la vida. Vale, a dieta absoluta entonces. ¿Qué más? 
En ese momento, con esa pregunta, di por hecho que no sería tan sencillo, frente al asombro de la Neonatóloga que me decía que tal vez con eso era suficiente. Pero yo sé que no. Lo sé porque si fuera así de sencillo la lucha no te estaría exigiendo tanto... hay más, es algo que no puedes eliminar...

Nos plantean tener que hacer una punción pleural para sacar líquido del que tienes acumulado junto al pulmón si continúas empeorando porque, de ser así, corremos el riesgo de que el líquido invada también el corazón y la gravedad de la situación se nos vaya de las manos y tu vida corra de nuevo peligro inminente. Pero nos proponen esperar para tomar esa opción porque supone drogarte y estás en pleno síndrome de abstinencia.
Más drogas? Con lo que le está costando salir? No, nos aferremos a eso... lo primero es la vida. El resto ya lo iremos solucionando, y si hay que pasar de nuevo el síndrome de abstinencia desde el principio lo pasaremos como hasta ahora: con amor y paciencia. Necesitamos salir, necesitamos comer algo y digerir mucho y, a la vez, necesitamos abrazarte pero eso ya no podemos hacerlo porque no toleras apenas movimientos...

Pasa la tarde... nada mejora, sino lo contrario... Ya nos conocemos la rutina de cuando empiezas a caer... Intentas remontar, subes algo de saturación, pero te desplomas más de lo que subes... Subes uno y bajas dos... Siempre en lucha, siempre guerrero... Te miramos y sabemos que, como siempre, te estás dejando la piel en cada momento para salir adelante. Nuestro chico pequeñito y tan inmenso a la vez! Ojalá nosotros tuviéramos la mitad de las fuerzas que tú tienes y la mitad de tu valor y determinación!
Las horas pasan entre angustia, viendo como la situación empeora pese a que luchas con todas tus fuerzas... y llega el momento de decidir... Es tu vida, y está en nuestras manos de nuevo, aconsejados por las neonatólogas... Y decidimos la punción.
Te sedarán con gas, para que no te repercuta en la recuperación pero tampoco sientas el pinchazo. Y lo harán allí, en tu cuna, ahora... Porque no debemos esperar más.

De nuevo el pasillo, los pasillos de la zona de UCIN del hospital... esas paredes que ya conocemos al
milímetro y cuya visión significa que algo no va bien para ti o para alguno del resto de los pequeños vecinos que luchan cerca de ti.
No podemos evitar pensar en todas las veces que hemos recorrido nerviosos esos pasillos, en todas las veces que nos ha tocado esperar noticias... ¿cuántas nos quedarán?¿cuantas visitas al restaurante de comida rápida? ¿cuantos cigarros de tu padre abajo? ¿cuantas llamadas para dar el parte de novedades?¿cuantas madrugadas entrando por urgencias para subir a estar contigo? ¿cuantas noches sin ti nos quedan por delante?
¿Qué más da? Las que sean! Porque cada día que pasa es una batalla ganada al tiempo y a la enfermedad y la estadística. Y un paso más hacia ganar la guerra...

Ya salen... Ya te están acomodando después de la punción. La neonatóloga nos dice que todo ha ido bien, que han mandado el líquido a analizar pero que casi al 100% es seguro que es quilotórax porque el aspecto es claramente el de líquido linfático... Ahora, nos dicen, hemos de esperar a que no se reacumule o tendremos que volver a intervenir...

Entramos, te vemos aún medio sedado, pero nos sonríes... tú siempre tienes alguna sonrisa metida en el alma para nosotros. ¿Cómo se puede ser tan bonito, tan pequeño y tan grande a la vez?
Descansa, mi amor... respira tranquilo ahora que no tienes esa presión y descansa...


Bea, mamá de Pequehéroe