Estás ahí, estirado… inmóvil… tan diferente a lo que se
espera que sea un bebé o cómo se supone que se comporta… pero es que tú no
puedes comportarte de modo alguno, sólo puedes estar ahí… sedado y relajado,
ahora conectado a lo que tenías y más… ahora con toda tu vida, toda nuestra
vida, pasando por unos tubos que la recogen de tu cuerpo, la ciclan, la
oxigenan y te la devuelven para que puedas seguir otro día más con nosotros.
Para que tengas tu descanso del guerrero.
Te lo has ganado… Casi 39 semanas luchando dentro de mi
tripa para estar lo mejor posible y 24 horas de guerra incesante contra las
presiones pulmonares desde que naciste te han dejado agotado… Descansa, mi sol.
Que este artilugio, la famosa ECMO, trabajará unos días por tu cuerpo para que
puedas reposar.
Lo miramos y no nos lo creemos… yo había visto videos de
cómo funcionaba la ECMO, había leído mucho sobre ella y me había preocupado por
su disponibilidad porque no tenía nada claro que no llegaras a necesitarla
aunque deseaba con todas mis fuerzas que no fuera imprescindible usarla… Pero
verte ahí, verte así… Para esto nada ni nadie te prepara.
Verte ahí inerte… con tus vías puestas, cada vez más
medicaciones, tu sonda, tu respirador que hace que vibres, tu cabeza ladeadita
hacia la izquierda y esas cánulas que sacan y meten tu sangre… tus ojitos
cerrados con esa crema blanca que evita que se resequen… Nos parece increíble
estar así… verte de este modo. Quién puede prepararte para esto? Quién puede
imaginar siquiera lo que se te pasa por la cabeza, el alma, el corazón?
Dicen que tener un hijo es tener un segundo corazón que late
fuera de tu cuerpo, pero yo ahora tengo 3. El que late con tu hermana, el que
late contigo y el alma que se me escapa por momentos viendo tu sangre correr
por los tubos de la máquina que ahora mismo te está dando la vida. Porque en
cada pitido, en cada posible burbuja, el alma se me escapa. Es tan difícil de
digerir, tan difícil de ver que estés ahí, sin poder moverte ni abrir los ojos.
Sin poder mover tus manitos para agarrarnos un dedo… tan difícil que no tenemos
ni palabras… Solo tenemos llanto contenido, tensión encerrada en nuestros
corazones… una inmensa pena que nos recorre y que se mezcla con la esperanza de
que este descanso de unos días te ayude a recuperarte para seguir la lucha que
aún te queda por delante.
No dejamos de decirte cuanto te amamos, lo precioso que
eres, lo perfecto que eres y lo bien que lo estás haciendo… porque, mi amor, lo
estás haciendo tan, tan bien… Sabemos que estás poniendo toda tu energía en
agarrarte a la vida, en quedarte a nuestro lado. Te conocemos y sabemos lo
fuerte que eres y que nunca dejarás de luchar, pase lo que pase.
Subimos a regañadientes a la habitación. Papá dice que
tenemos que descansar… sé que tiene razón. Sé que él y las Enfermeras tienen
toda la razón y que esto no ha hecho más que empezar, que nos quedan muchos
kilómetros que recorrer en este camino. Pero me cuesta tanto dejarte allí,
alejarme de ti… dejar ahí mi corazón… Cuidádmelo
bien, que es lo más grande que tengo. El y su hermana. Y con esa frase y mi
deseo de que tengan buena guardia me despido de las Enfermeras. Te dejo en sus
manos… pero luego vendré a verte.
Subimos como dos zombies… cómo no hacerlo si vamos por la
vida sin alma? Nuestras almas se han quedado en esa cuna térmica, en esa
máquina por cuyos tubos discurre tu sangre, tu vida… Porque nuestras almas
están por y para ti.
Cenamos sin hambre, hablamos sin ganas… y al fin estallo.
Llevo tantos meses conteniendo los miedos, las angustias, las frustraciones…
Por qué mi bebé? Por qué ha pasado esto? No es justo para nadie, pero es que
para quien es menos justo es para ti, mi amor. Quien se juega la vida eres tú.
Los demás sufriremos más o menos, pero quien apuesta a todo o nada eres tú… y
tú eres tan pequeño… tan frágil… tan indefenso… Y a la vez tan fuerte y tan
intenso…
Y si nos equivocamos siguiendo adelante? Y si como
consecuencia de toda esta guerra contra la HDC tienes dificultades severas toda
la vida y no consigues ser feliz? Viene a mi mente aquel chico de la habitación
número 10 de un hospital cualquiera que conocimos. Sin manos, sin piernas… Y
con la más luminosa esperanza y los mejores deseos para ti llenos de cariño.
Cómo estará él? Me gustaría tanto hablar con él ahora y decirle que has nacido,
que estás luchando como él lo hace… Hijo, sé fuerte. Aprende lo mejor de cada
persona que te rodee toda la vida… recuerda lo mejor de este chico que tanta
energía te envió y tanto nos emocionó y nos hizo llorar. Esté donde esté, ahora
mismo pienso en él y le mando lo mejor que puedo entre lágrimas… Por qué no
seré tan fuerte como él, como tú? Cuanto que aprender de vosotros…
Recreo en mi mente ese flash en el que te vi al nacer… esa
cara de enfado, incredulidad, molestia… ese ceño fruncido con el que naciste y
esa manito que se estiraba y encogía en mi dirección al pasar hacia la zona
donde te reanimarían… Pablo, qué habrás sentido? Qué se te habrá pasado por la
cabeza? Y si esa es la única vez que te veo moverte? Y si es la única sensación
que te llevas de mamá tras nacer porque no despiertes de este estado en el que
estás? Qué dolor más inmenso pensar que lo único que quizás te lleves de
vivencia tras nacer sea que te separen de mi y yo… dónde estaba yo? Allí,
tumbada tras dar a luz… aún sin reaccionar. Por qué no reaccioné? Quizás no
hubiera podido hacer nada para que te sintieras menos abandonado, menos solo…
pero tal vez sí… Por qué no intenté nada? Y si ese es el último recuerdo de
mamá que te llevas? Que se quedó allí sin más mientras te llevaban…
Lo sé, sé que no es justo para mi este juicio tan brutal que
me hago, pero soy tu madre, debía protegerte y estoy segura de que te sentiste
agredido, solo, abandonado porque te arrancaron de tu cuna, de donde se supone
que debías estar… Y no entendías por qué todo eso. Por qué no estaba mamá? Por qué me hacéis cosas que me molestan? Por
qué me tratáis así?
Lo siento, mi amor… lo siento tanto… No he podido
protegerte… Ni dentro de la tripa ni ahora que estás fuera… Qué madre soy?
Dónde me deja todo esto como madre? Sé que las hormonas y toda la tensión
acumulada me están jugando una mala pasada, sé que no podía hacer más de lo que
hice, sé que no puedo hacer más que estar para ti y por ti. Tomar las mejores
decisiones y darte todo el amor posible en cada momento… Pero ahora mismo, ante
la perspectiva de todas las consecuencias que puede acarrear este primer día en
hipoxia paulatina y los siguientes que llegarán en ECMO, no puedo evitar sentir
que no llego a poder hacer lo necesario. Mi instinto me dice que debería estar
protegiendo a mi cría, pegada a ella… Y mi cerebro me habla de intervenciones
médicas, de tratamientos, de trabajo sanitario que se ha de permitir para que
salgas adelante y que quizás te resulte molesto… Es una lucha permanente en mi…
y sólo quiero llorar…
Llorar porque no es justo, porque ningún bebé debería pasar
por algo así, porque ninguna madre ni padre deberían vivir este dolor de no
saber si el siguiente segundo será el último con sus hijos… de sentir que
quizás lo primero y último que han dicho a sus bebés ha sido tan insuficiente…
aunque sé que nunca nada nos parece suficiente a ninguna madre o padre… todo
tiempo se nos quedaría corto para estar con quienes más amamos, con nuestros
bebés… Pienso en todas las mamás que han despedido estos meses a sus bebés por
culpa de la HDC. Pienso en una muy en especial y la lloro a ella y a su bebé…
se habrá sentido así? Ella sí vivió el último segundo con su pequeño… Ese dolor
tan inmenso, ese vacío tan infinito… No, no creo que porque a ellos les haya
pasado nos pasará a nosotros, pero es un enorme recordatorio de la realidad que
puede ser la nuestra…
Lloro, lloro apoyada en esta repisa, ante las luces de la
noche de Madrid… Lloro mis culpas, mis penas, mis tensiones, mis soledades en
el proceso, mis enfados, mi sentir de injusticia de todo esto que te pasa…
lloro por no poder cambiarme por ti. Por no poder hacer nada más que amarte
infinitamente… Lloro por ti, por mi alma hecha pedazos al verte así… Lloro por
cada pequeño que hemos despedido en estos meses por esta enfermedad u otras…
Lloro porque necesito llorar. Porque siento que estoy rota en mil pedazos y no
sé si algún día se juntarán de nuevo.
Solo espero poder reír contigo algún día, mi pequeño.
Bea, mami de Pequeheroe
Ay Bea, te abrazo y lloro contigo. Y río y canto, y lo que haga falta.
ResponderEliminarQué enorme honor conocerte. A ti y a Pablo. Que ya es nuestro Peque héroe el de todas.
Eres la mejor madre que él puede tener. De hecho te eligió a ti, igual que lo hicieron sus hermanos.
No hay otra mejor que tú.
Jo... qué cosas más bonitas. Así, con este arropo, es todo mucho más fácil de vivir y de sostener.
EliminarGracias, mi linda!
Pablo es un superhéroe y su familia una familia de valientes!! Un beso enorme
ResponderEliminarGracias de verdad. El valiente, el que tira de todos nosotros hacia delante, es Pablo. Él es el gran héroe de mi vida.
EliminarUn abrazo gigante!
Se me eriza la piel al leerte. Siento en mi piel cada palabra y decirte que sois a familia de los invencibles, todos sois unos heroes y el mayor, Pablo. Un beso
ResponderEliminarCariño, mil gracias... pero sólo somos padres... Sentimos, sufrimos y vivimos como todos, pero en situaciones muy difíciles que no desearíamos a nadie.
EliminarUn abrazo inmenso, mi chica!