miércoles, 13 de abril de 2016

ARRANCAMOS... SOPLANDO FUERTE





El 17 de Febrero será una fecha que jamás se borrará de mi calendario y de mi alma... La fecha en la que todo empezó para este blog, para esta historia que compartiremos con quienes lo deseeis y lo sintáis.
Pero... quizás me adelanto. Empezaré por el principio. Fue por Octubre cuando nos sorprendimos con la noticia de un embarazo que no esperábamos y que ya desde el principio fue complicado en cuanto a síntomas, aunque no más que otros que había tenido previamente.

No quisimos hacernos demasiadas ideas, sino ir día a día, pues mis bebés han volado mucho antes de tiempo a las estrellas, dejando sólo una preciosa arcoiris que nos nutre cada día con su linda energía desde hace casi 8 años. Así que comenzamos el embarazo entre la sorpresa de la noticia, una hiperémesis gravídica que no me permitía comer nada y no digamos consumir líquidos y esa sensación de necesitar vivir al día que nos favorece el saber ya desde hace tiempo que no todas las historias terminan con un final tan feliz como esperábamos ni mucho menos.

Desde mi primer embarazo, en 2007 descubrí que la inocencia era algo que se perdía con facilidad, mientras perdía a mi primer bebé. Y más adelante, cuando me convertí en Doula y me especialicé en duelos, infertilidad, adopción y gestación subrogada, descubrí también que la historia esperada no siempre se parecía a la que vivíamos y que eso nos obligaba a vivir cada segundo, respirar con intensidad cada instante y adaptarnos con la mejor energía posible a lo que llegaba a nuestras vidas.
Por ello, por la conjunción de mi experiencia personal y la profesional, este 17 de Febrero ha sido tan intenso y diferente a lo que esperábamos.

Tal día como ese teníamos la cita en el Hospital de referencia para la ecografía de la semana 20, aunque estaba ya de 21 semanas realmente. Era la ecografía de las medidas biométricas, la que nos confirmaría el sexo de nuestro bebé... y la que nos daría paso a una nueva etapa: la de ir pensando el tipo de parto, el tipo de nacimiento que deseábamos para él.
Recuerdo mirar el cartel de las visitas guiadas a paritorios y hablar de sacar una foto para llamar y pedir una cita y, de ese modo, decidir si queríamos que nuestro pequeño llegara al mundo allí... Porque sí, yo estaba convencida de que era un niño... lo llevaba teniendo claro desde que la noticia del embarazo me hizo salir de mi desconexión cotidiana...

Pero había algo más que tenía claro: algo pasaba con este embarazo. Algo no terminaba de ir bien. Mis embarazos siempre habían estado marcados por una hiperémesis muy acusada, pero aquí pasaba algo más... no sabía decir qué, pero algo pasaba. Así que la noche anterior la pasé con pesadillas, intentando convencerme de que mis miedos me trataban de dominar y no pasaba nada y preparándome mentalmente para las cosas más comunes: acortamiento del cuello de útero, algún pequeño despegamiento de placenta que requiriera reposo, un pequeño CIR que nos mandara a reposo o algo similar... pero nunca, pese a que había acompañado a alguna madre que lo había vivido, pensé en lo que nos llegó ese día...

Pasamos a la consulta y nos confirmaron el sexo: masculino. Lo sabíamos, no nos sorprendía. Así que sonreímos con complicidad sabiendo que nuestra intuición había acertado. Y, a continuación, llegó la tormenta...
La palabra "desplazamiento" me alertó... como usuaria y como profesional yo sabía que ese término no era en absoluto buena señal... Me tensé y empecé a preguntar, pero como única respuesta obtuve la petición de cambiar a otro ecógrafo donde "se verá mejor".
Al tiempo que el profesional que nos atendía iba frunciendo el ceño, resoplando y poniendo cara de preocupación, empezaron a aparecer otras personas que no se identificaban pero que, desde luego, eran parte del equipo y parecían muy interesadas por "el caso"... Mis preguntas y mis lágrimas caían en un espacio vacío, a nadie parecían interesarle... Les interesaba examinar ese caso tan infrecuente que tenían ante ellos y que, casualmente, era mi bebé. De hecho, alguno incluso pidió al profesional que nos atendía permiso para "apuntar el número de historial para documentar el caso"...
La sensación de desatención, de frialdad, de friki de feria que teníamos era increíble.

Finalmente, nos metieron en un despacho y nos soltaron la bomba... Nuestro bebé tenía una hernia diafragmática congénita. Una extraña malformación que causa que el diafragma esté incompleto o sea inexistente y que permite el paso del contenido del abdomen hacia el tórax, aplastando los pulmones y desplazando el corazón, y comprometiendo así gravemente su supervivencia hasta hacerla, según la gravedad de la hernia del bebé, incluso incompatible con la vida.
Allí nada podían hacer y debíamos decidir si luchábamos por nuestro pequeño en otro hospital (el único de Madrid que puede ayudar a estos bebés) o bien terminábamos el embarazo.

Lloré... grité y maldije... no, no fui serena ni calmada porque era la vida de mi bebé la que estaba ahí, en esa decisión. Porque no era justo que mi bebé se viera en esa situación y que, pese a que se tomara la decisión de seguir, tuviera que pasar por el sufrimiento de vivir la experiencia de una posible operación intraútero, de una UCIN durante un mes o más y de una segura operación de reconstrucción... todo sin la seguridad de salir adelante o de hacerlo sin consecuencias serias para su día a día y su salud. No, no era justo... no es justo...

Y, tras 20 minutos, volvimos a ese despacho. Ya sin lágrimas, ya con la cabeza centrada en tomar la mejor decisión para él. En luchar por y para él con toda la información y con todas las respuestas posibles en la mano... Centrada en ser la mejor madre posible para este pequeño que era ahora, si cabe, aún más especial.

Así, de este modo, empezamos a soplar fuerte... Y si queréis, os invitamos a soplar con nosotros, con nuestro bebé. A seguir nuestro camino y el suyo hasta donde deba llevarnos.

Soplamos... soplamos cada día con todas nuestras energías por y para él. Por y para todas las familias que viven esta experiencia, a quienes dedicamos también la nuestra por si en algo podemos ayudarles.

Soplad... respirad bien fuerte.


Bea Mami de un Pequehéroe.

2 comentarios:

  1. Animo y fuerza se lo que es, yo tuve a mi pequeña guerrera, era un caso muy complicado se la detectaron muy pronto y finalmente partió, se fue enseñándonos a amar sin límites, fue lo mejor q nos ha pasado en la vida evolucionamos tanto gracias a ella, nos dio fuerza en cada momento difícil y sonríe con nosotros en los momentos felices.conozco muchos casos de bebés q siguen para adelante y seguro q tu guerrero es uno de ellos. Mi ángel y Yo junto a mi bebe arco iris q tengo en la barriga.Soplamos por ello!!!

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    1. Andrea, te deseo el más bello camino de encuentro con este bebé arcoiris que está por llegar. Que cada rayo de luz os nutra y os encontréis rodeados de amor.
      Gracias por las fuerzas, de verdad. Significa mucho para nosotros cada aliento, cada historia, cada familia que de alguna forma se siente parte de este camino... Cada uno de los peques que siguen aquí o nos iluminan desde el cielo...
      Ellos son tan especiales y nos enseñan tanto cada día que son una bendición tengan el camino que tengan. Llevas toda la razón. Son nuestro amor, nuestra energía y nuestra luz.
      Cuanto por agradecer a cada uno de ellos!
      Te mando un abrazo muy, muy cercano para tu pequeño arcoiris y para ti... de los que dejan paz en la piel. Y soplo un beso al cielo para tu ángel.
      GRACIAS!! <3

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